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5 de agosto de 2015. Cuando hace apenas un año, una venezolana con alma y acento canario contactó conmigo para participar en su programa de radio. Hacer un pequeño estudio sobre el libro de un amigo es un poco complicado, pues es muy probable que, como les ocurría a Pereda y a Galdós, el más santanderino de los canarios, uno se deje llevar por la empatía que siente hacia el autor.

El poeta de la ruta. Llegaste a mi descalza, con frio, el manto de la noche como único vestido y una nube de misterio sobre tu cabeza, llegaste a mi como una nota que se escapa del violín en clave de sol, sola. Llegaste tímida, como caricia inexperta, ofreciéndome tu flor entre liturgia de azahares y sueños de procesión que me quedan por vivir. Llegaste como una brisa ligera que escapo de una maleta y se quedo en mi estación.

La droga que tú consumes coloca corazones en su sitio. Quiero volver a leer un mensaje tuyo a las cinco de la mañana aunque vayas borracho y digas solamente verdades. Porque entonces sí bajaré al portal a buscarte y te sujetaré la cabeza mientras vomitas en mi baño que la última vez follamos aquí encima. En el fin del mundo también me haces falta. En el fin del mundo también me haces falta.

Asymp; Deja un comentario. A veces nos pasa que nos perdemos y dejamos de creer en nosotros, en lo que somos y en lo que podemos llegar a ser. Nos cubrimos el rostro, nos volvemos ciegos y no nos damos cuenta de lo perdidos que estamos, por decidir ser TODO LO QUE NO SOMOS.