Mientras estuve en Perú, una tarde en la ciudad de Lima tan gris como el color de las piedras del río, mi madre me sorprendió en la sala, con un gesto entre enfado y desagrado, inimitable, con una frase que pensé nunca saldrían de sus dulces labios y que me dejaron frío y sin saber qué responder. No tengo idea mamá -después de un breve momento respondí-, estás segura? Iré al cuarto, me parece raro mamá. Cuando llegué al cuarto, empecé a oler cada r.